Sin quitanieves
He conseguido llegar a un pueblecito cerca de la autopista y ya no me comerá ningún oso. He encontrado una buena tejavana y la nieve no me sepultará el coche. Además, voy a cenar sólido, con vino y todo. Una botella para mí solo, para dormir seguido y mañana verlo todo despejado. La conexión va muy lenta. Hoy no he pensado en nada para escribir. Todo el día atento a la carretera, a la maldita nieve, sin perder ojo. Pendiente de que no se fuera el coche, de los camiones en la N-I, de ajustarme las gafas a la miopía que me crece, de los rápidos que vuelan y te escupen, de no pasarme esa desviación que apenas se ve, de la carretera que va, la muy cabrona, y de pronto desaparece para dejarme sin hoja de ruta, sin plan, sin alternativa, a la deriva, bajo el paraguas triste de un puente de autopista.
– ¿Pasará un quitanieves en algún momento, agente?
– No creo, así que métete donde puedas.
Los comentarios están cerrados.