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Los vascos no somos de matar

12 febrero, 2010
23-01-1995. Gregorio Ordoñez Fenollar. San Sebastián.

23-01-1995. Gregorio Ordoñez Fenollar. San Sebastián.

Cuatro días después vuelvo a la misma calle del casco viejo donostiarra. Calle 31 de agosto. Vuelvo a situarme frente a la puerta de un lugar donde se come. Hace cuatro días era una sociedad gastronómica, ahora es un restaurante. Los vascos y la comida mantienen, en general, una intensa relación. Se come y se bebe mientras se charla. También a la inversa. Gregorio Ordoñez lo estaba haciendo hasta que llegó un asesino y lo mató. Trato de imaginar el momento. El comedor donde murió es ahora una zona de cocina y almacén. Tengo que quedarme a las puertas y entonces, pero ya me rondaba de antes, me viene a la cabeza una frase de un dirigente nacionalista ya fallecido: los vascos no somos de matar. Y sé lo que camuflan e ignoran esas palabras. Los vascos no somos – como si los vascos nacieran con un kit de instrucciones – de matar – como si no lo hayamos hecho durante siglos, como si se deseara dejar clara una supuesta nobleza, una diferencia. Afirmar que los vascos nos somos de matar es una equivocación tan grande como decir que los vascos no somos de morir. Ponerse en los ojos una romántica mordaza y tirar hacia delante con el reloj estropeado.

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