Moya
Llueve a conciencia en Elorrio. Los datos que tengo para localizar el lugar son viejos y confusos. Necesito preguntar a alguien, pero las escasas personas con las que me cruzo son demasiado jóvenes. Emboco una callejuela entre dos caserones y al poco veo a un hombre que se detiene frente a una puerta y se dispone a abrirla. Perdone, le digo, ¿no recordará dónde estaba aquí en Elorrio la Travesía del General Franco? Tengo que hacer unas fotos y… Ni puta idea, responde al momento, todo eso lo quitamos de aquí hace mucho tiempo. Puede que los municipales sepan algo, están bajo los arcos del ayuntamiento. Le doy las gracias, ladeo el paraguas y giro la cabeza hacia el caserón, que luce unos cuantos carteles a favor de los presos. ¿La antigua Travesía General Franco? El agente municipal repite mi pregunta. No sé, dice, a la vez que descuelga el teléfono. Habla con una mujer. En la conversación aparecen, además de Franco, el General Mola y hasta Carlos VII. La cosa no se aclara hasta que digo lo que debo fotografiar: el lugar donde ETA asesinó a un guardia civil hace treinta años. Entonces, un agente que acaba de aparecer, pronuncia el apellido del asesinado: Moya. En pocos minutos todo queda aclarado, la calle se llama ahora Eleizburu y el atentado se cometió en el cruce con la calle Belengua. Incluso me hacen un croquis. Hasta ahora no me había pasado nada parecido. Debería preguntar más a menudo y reflexionar por qué a veces me corto tanto.